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miércoles, 17 de agosto de 2011

Una reflexión sobre Somalia

Parece mentira que, en el año 2011, en el albor de un nuevo siglo donde aproximadamente 8 mil millones de personas poblamos el mundo, sigamos hablando de la palabra HAMBRE. ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo tan solo una persona puede sufrir los efectos de un prolongado no comer cuando actualmente se producen al año alimentos para más de 12 mil millones de personas?

La pregunta es ¿qué falla?, o mejor dicho, ¿qué no falla?

El Cuerno de África se ve azotado por una de las mayores hambrunas vistas en décadas. En concreto Somalia, sufre de manera aún más intensa la penuria. Se estima que un día tal como HOY, 12 millones de personas sufren hambre en esta región del continente africano, de los cuales 4 millones son somalís.

Somalia, que desde hace décadas es víctima del terror impuesto por los grupos armados violentos y la inestabilidad política, sufre desde los últimos meses, una de las sequías más brutales de su historia, lo que ha sido la gota que ha colmado el vaso para llegar a la situación límite que hoy atraviesan sus habitantes.

Somalia, un país donde la esperanza de vida no supera los 50 años, donde el 97% de las mujeres son analfabetas, donde en los últimos meses han muerto 25 mil niños.

¿Cómo puede estar sucediendo algo así? Un día como hoy, en una nueva era donde creemos que el hombre puede llegar a conseguir lo que se proponga. ¿De qué sirve cualquier cosa que podamos hacer si un día como hoy seguimos manejando estas cifras?

Y eso que hablamos sólo de un conflicto, de los números recientes del Cuerno de África. Imaginémonos los números de todo África, Asia y América Latina.

¿Por qué está sucediendo esto? Simple, porque esta gente poco importa a aquellas personas que tienen en sus manos su futuro. A determinados Gobiernos, Instituciones y Multinacionales a las que poco importa el pueblo somalí y otros tantos. ¿Por qué? Porque no tiene nada que ofrecer. Parece que el valor de la humanidad, de la generosidad está a la baja.

Intervenimos en unos conflictos con mayor intensidad que en otros ¿de qué depende? ¿No es acaso la vida humana igual en independencia de su origen, etnia o nacionalidad? Parece ser que no. Los pueblos son más susceptibles de ser ayudados en función a lo que se pueda obtener de ellos. No hace falta más que encender la televisión o abrir un periódico para saber que la ayuda de fondos internacionales no alcanza apenas un 30% de la solicitada.

¿No hay dinero o no hay voluntad? Hay dinero para reflotar entidades bancarias, para recibir visitas institucionales, pero no para salvar vidas. Qué paradoja.

Dan ganas de quitarle el apelativo de “Primer” a este mundo nuestro tan desarrollado y pionero.

La injusticia es evidente y como en tantos otros casos, pasa por delante de nosotros. Aún así, no existe motivo para perder la esperanza, la fe en que las personas podemos HACER, el convencimiento de que la generosidad y el altruismo son los verdaderos motores de crecimiento humano.

No hay que pensar qué solucionan 5 ó 20 euros, no se trata de pensar cuantitativamente sino de manera cualitativa. Se trata de que nos importe, de que hagamos algo. No es cuestión de resultados sino de acciones.

Cada céntimo cuenta, y el que diga lo contrario, es que poco se ha asomado a ver lo que sucede en el mundo.

No hay que perder la esperanza.

Gracias a los que con vuestra generosidad hacéis posible que pequeñas y grandes organizaciones humanitarias podamos continuar cumpliendo el sueño de que el mundo cambie.

Muchas gracias.

Jorge

PD: ONGs como UNICEF (www.unicef.es) o MÉDICOS SIN FRONTERAS (www.msf.es) trabajan actualmente para combatir el hambre en el Cuerno de África. En sus páginas web podréis encontrar información sobre el conflicto y sobre como colaborar económicamente.

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